La dieta mediterránea es conocida por todos debido a los grandes beneficios que aporta a nuestra salud. Desde el año 2013 es considerada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconociendo, así, el “conjunto de conocimientos, competencias prácticas, rituales, tradiciones y símbolos relacionados con los cultivos y cosechas agrícolas, la pesca y cría de animales, y también la forma de conservar, transformar, cocinar, compartir y consumir los alimentos”.

Es un plan de alimentación saludable basado en los ingredientes característicos de la agricultura local de los países del arco Mediterráneo, como España, Italia o Grecia (entre otros). Los alimentos que conforman esta dieta son aquellos de origen vegetal, como los cereales, verduras, frutas, legumbres, frutos secos, semillas; el AOVE* como principal fuente de grasa agregada; los lácteos, pescados, mariscos y carne de aves con moderación; y la carne roja y dulces de manera ocasional.

Nutricionalmente es necesario destacar que los productos lácteos son grandes proveedores de fuentes de proteínas con gran valor biológico, minerales y vitaminas. Además, las leches fermentadas (como el kéfir, por ejemplo) contienen microorganismos vivos que mejoran el equilibrio de microflora intestinal.

Los quesos comparten la mayoría de características nutricionales de la leche: son una fuente importante de antioxidantes naturales, proteínas y micronutrientes. Concretamente, estos nos aportan aminoácidos esenciales, más proteínas que la propia leche, ácido fólico y microorganismos beneficiosos que se generan a partir de la fermentación.

El queso fresco es un alimento con un largo recorrido: hay historiadores que afirman que los primeros se produjeron hace más de 7.200 años. Debido a los grandes beneficios que tiene para nuestra salud, se ha convertido en una de las mejores alternativas a la hora de desarrollar dietas.

Este mineral es uno de los más importantes para el cuerpo humano, ya que ayuda a formar y mantener nuestros huesos y dientes sanos. Además, también influye en la contracción muscular, coagulación sanguínea… y otros procesos indispensables para el correcto desarrollo y funcionamiento de nuestro organismo.

Que un alimento sea probiótico equivale a que contenga bacterias. Estas bacterias ayudan a que nuestro aparato digestivo realice sus funciones de manera natural, regulando la flora intestinal para mantenerla en condiciones óptimas. Los alimentos probióticos, así, mejoran nuestra salud intestinal.

Por una parte, la vitamina A contribuye a mantener nuestras defensas fuertes, ayudando a la formación y mantenimiento de dientes, a tener la piel sana y a favorecer nuestra vista (retinol). Por otra parte, la vitamina B2 se ha de consumir diariamente porque no se acumula en nuestro organismo. Es importante para el crecimiento, desarrollo y funcionamiento de las células de nuestro cuerpo; e interviene en el sistema respiratorio y mejora la salud de nuestra piel, uñas y pelo.

También conocido como vitamina B9, es indispensable para la producción de nuevas células. Previene enfermedades como la anemia o la hipertensión, y protege el sistema nervioso. Además, es muy importante para las mujeres tanto antes como después del embarazo: ayuda a reducir la fatiga y la depresión; y previene el riesgo de malformaciones congénitas en los fetos.

Una vez que ya conoces todos los beneficios que aporta el queso en tu vida, es hora de comer un poco, ¿no crees? Pincha en este enlace para ver nuestras variedades y aquí para realizar tu pedido.

*Aceite de oliva virgen extra.