Como ya hemos comentado en entradas anteriores, el queso es un alimento que se obtiene por maduración de la cuajada de la leche una vez eliminado el suero pero, ¿sabes cuál es el verdadero origen del queso fresco?
Si sigues leyendo este blog vas a descubrir la historia del origen del queso y también, algunas leyendas.
Leyendas sobre el origen del queso.
En un principio, se creía que el queso había sido descubierto por un nómada árabe que, mientras recorría el desierto, había guardado su leche en un recipiente fabricado a partir del estómago de un cordero.
Debido a las propiedades de fermentación del estómago del cordero y el calor del desierto, al sacar la leche se encontró con que su bebida había cuajado. De esta manera y sin pretenderlo, es como se creó el primer queso de la historia según la leyenda.
Leyendas del queso en la mitología griega.
En la mitología griega el descubrimiento del queso se atribuye a Aristeo. Era el patrón de la caza, la agricultura, el ganado, los frutales y la apicultura, y además, fue el encargado de escribir las primeras líneas sobre el nacimiento del queso.
En la Odisea de Homero (S. VIII a. C) se describe a un cíclope haciendo y almacenando quesos tanto de oveja como de cabra.
Origen del queso según la investigación.
Según una investigación realizada en la Universidad de Vermont, la leyenda del nómada árabe habría sido imposible, ya que las personas en esa época eran intolerantes a la lactosa.
De hecho, no fue hasta el año 5.500 a. C cuando los adultos empezaron a ingerir lactosa ya que hasta ese entonces era bebida que sólo consumían los bebés.
El investigador, Paul Kindsedt, sitúa que el origen del queso proviene de la necesidad más que de una mera casualidad.
Y es que Paul opina que el descubrimiento del queso viene dado de la sobre-explotación agrícola que hizo que los suelos se agotaran y, por ende, los habitantes se vieron obligados a dedicarse al pastoreo de cabras y ovejas (que son animales capaces de sobrevivir en tierras áridas).
Ante esta situación de hambruna, los pastores probaron a dejar la leche que ordeñaban en unos recipientes de cerámica, y fue así como comprobaron que pasadas unas horas la leche se cuajaba.
Esta leche solidificada era mucho más tolerable para sus estómagos, por lo que empezaron a consumirla progresivamente. Debido a esto, los humanos hemos ido evolucionando hasta que, en la actualidad, la gran mayoría de nosotros podemos tolerar la lactosa.
Si queréis saber un poco más sobre esta historia, os dejamos aquí un interesante video del propio Paul Kindsedt.
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